sábado, 23 de febrero de 2013


Monacato fenómeno universal

En todas las religiones ha existido y existe,  más o menos explícitamente, una manera “marginal”, pero organizada, de encarnar valores esenciales que se podría denominar genéricamente monacato.

"Hombres de culturas, de regiones y de épocas diferentes han llegado establecer un estilo de vida con muchos puntos de contacto. Esa coincidencia significa que un camino de sublimación como el monacato, no es un camino arbitrario, sino un camino que pasa por puntos obligados que los hombres van descubriendo a medida que avanzan en su peregrinación religiosa". 


"El hombre además de ser homo faber, homo sapiens y homo religiosus, es un homo monasticus".

Monacato en la India
En el siglo V a. de C., existía en la India un elevado número de monjes, que habitaban en monasterios, caminaban de un lugar a otro mendigando. Había también monjes que vivían en lo más recóndito de los bosques.
El monacato es para el genio religioso hindú la búsqueda del ser supremo, en los hondo de sí mismo, en lo hondo de todo, más allá de todo.

Los <<enclaustrados>> de Serápis en Egipto
Eran personas que se encerraban en el Templo de Serápis para recibir la incubación o posesión de dios a fin de obtener un oráculo o para conseguir la gracia de una curación o para otras personas que suplían a cambio de un salario.
Pero en estos <<enclaustrados>> no  existe la esencia en general del monacato pagano y cristiano. No se retiraban al Templo para brindar un servicio a Dios ni para el propio perfeccionamiento moral.

Algunas formas Ascéticas en Grecia y Roma
Pitágoras fue el iniciador de una especie de comunidad ascética a la que le dio una regla de vida, con una larga serie de prescripciones relativas al silencio, la abstinencia y los exámenes de conciencia tendentes a una mayor purificación interior.

Espiritualidad del Neoplatonismo
Plotino , maestro del neoplatonismo, fue un verdadero modelo de ascetas: no comía carne, pasaba la mayor parte de la noche en vela, dormía lo estrictamente imprescindible, no se preocupaba por el cuidado de su cuerpo, no se bañaba ni se peinaba jamás; práctico la continencia.


Fuente: Jesús A. Gomez, cmf, Historia de la vida religiosa, Vol. I, Publicaciones Claretianas, España, 1987, pp. 35-52.

jueves, 21 de febrero de 2013


La Vida Religiosa en la actualidad

Los discípulos de Jesús, son observados por las multitudes, ven cómo actúan frente a los diferentes problemas que enfrenta la sociedad (sufrimiento,  pobreza, explotación, guerras, etc.), escuchan cómo hablan, evalúan sus conductas.

En los inicios los seguidores de Cristo fascinaban y la gente al verlos exclamaba: “Miren como se aman”.

Sin embargo, los hombres del nuevo siglo, ya no perciben en “los hombres de Dios” esa presencia divina que actúa, y transforma lo natural en algo sobrenatural. Ya no ven el rostro del Dios bueno y amoroso en sus embajadores. ¡Ya no es creíble su testimonio!

¡La sociedad de hoy, exige testimonio! Hablar de Dios, hoy implica conocer y vivir de Jesucristo, para luego comunicarlo a los hombres, para responder a sus necesidades con nuestro apostolado, con nuestro testimonio. Tenemos que convertirnos nuevamente en un medio creíble, que comunica ese mensaje de amor,  de esperanza y de justicia,  esa buena nueva que viene de Dios.

Importancia de la Historia de la Vida Consagrada

No se puede ser transmisores de la gracia y de la verdad de Cristo si no se conoce la <<tradición>> en su historia misma. Solamente a través del conocimiento de los hechos de la Historia de la Iglesia se abre la entrada a la tradición de la Iglesia, y solamente así se adquiere verdaderamente el <<sentire cum Ecclesia>>.

Solamente se podrá comprender el presente de la Iglesia si se ha comprendido todo su pasado, porque el presente es la síntesis del pasado. Solamente se podrá encontrar la justa vía en la Iglesia actual si, por medio de la Historia de la Iglesia, el cristiano de hoy se introduce en el pasado de la Iglesia, en su tradición.


La variedad de formas de la experiencia cristiana radica exactamente en el carácter histórico del hombre. Una determinada época y los hombres que a ella pertenecen son siempre distintos de otra época y los hombres que a ella pertenecen son siempre distintos de otra época y de sus hombres; de ahí que la eventual situación y humano-religiosa debe ser considerada teniendo en cuenta la ley histórica de la mutación y de la transformación.[1]



[1] Tomado de: Jesús A. Gomez, Historia de la vida religiosa, Volumen I, Publicaciones Claretianas, España, 1987, pp. 27-28.